Hormigueos
Seguramente empieza en alguna parte del cuerpo. Es dificil recordarlo porque en muy poco tiempo se siente hasta en los cabellos; las manos se ven más afectadas que los ojos. La lengua y la nariz no se libran del efecto que previamente había pasado por toda la piel, pero sobre todo por el estómago y los pulmones. Sería sencillo decir que algo que comimos, o que vimos, o que soñamos, o la maldormida, o simplemente alguna idea fija sobre algo que queríamos hacer o comprar o evitar nos dejó frustrados. Lo único que es cierto es la presencia de algo más fuerte que el hambre, más angustiante que la sed, más agresivo que el cansancio. Ni siquiera se puede hablar de un malestar psíquico o emocional, es algo más químico y al mismo tiempo menos científico que una simple tristeza crónica o una apatía cíclica. En medio de la necesidad y el deseo, la creatividad busca su lugar en nuestras vidas. El mensaje es claro: el malestar será mayor conforme más tiempo pase sin haber iniciado algo nuevo, contrastante con el presente, armónico, coherente o no tiene que seguir cierto ritmo. Visual, escrito, estático o dinámico, musical, abstracto, simple o complejo, fruto de reflexiones o intuiciones o impulsos, alegre o doloroso, pequeño o grande. La creatividad tiene una voz que exige que nos ocupemos de ella, la alimentemos, la dejemos jugar con nuestras vidas, la respetemos.
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