viernes, febrero 25, 2005

Born into this

Charles Bukowski se presenta como un perdedor más. En cada miserable empleo que se consiguió a lo largo de su vida fue tratado con desprecio por sus superiores, explotado físicamente, estafado en la paga, y desalojado al primer comportamiento rebelde. Su paga, que hasta pasados sus 50 años nunca fue más allá de 100 dólares mensuales, fue consumida sistemáticamente en alcohol (cerveza, por lo general) y en prostitutas (de preferencia con algún defecto visible). Casi sin querer, sus narraciones se convirtieron en la voz que habla en nombre de los olvidados del sueño americano. Entre poemas de borracheras, cuentos morbosos y novelas eróticas, algunos editores sesenteros descubrieron y financiaron al alcohólico de más de 40 años que poco después sería mundialmente considerado como libertador de la poesía. La obra de Bukowski está impregnada de gran sensibilidad para representar, en un estilo lleno de imágenes comparable a aquel de las leyendas japonesas, alegrías y frustraciones escondidas en el cotidiano del proletario anónimo, resignado a no esperar mas de su vida aparte de un poco de humor auto-irrisorio, de placer comprado y de olvido bebido. Hank, como él se hacia llamar, se vuelve célebre y millonario en vida. Durante sus últimos veinte años es invitado a dar conferencias donde, en el transcurso de una hora, entre insultos a otros escritores o estudiantes, y la lectura (algunas veces desganada, otras con una entrega total) de algunos de sus poemas recientes, se ganaba un cheque correspondiente a poco menos de lo que obtenía como salario anual pocos años antes, y durante la mayor parte de su vida. Decepcionado por la pretensión que observó en el estilo de escritores con los que fue comúnmente comparado, Hemingway, Miller y el resto de la generación beatnik, Bukowski decidió no abandonar la falsa simplicidad de sus narraciones, y de su vida. A pesar de no haber podido evitar que personajes como Bono, Madonna, Rourke y Penn entraran en ocasiones a su casa, hizo lo posible por mantener a distancia cualquier celebridad, literaria o no, por más que en su juventud hubiera consacrado días y noches enteros a leer los libros escritos por dichos autores. En su costumbre de rechazar los múltiples encuentros con grandes figuras que le eran organizados, llegó al grado de ignorar la invitación que Sartre le hizo para que tomaran juntos un café en su única y catastrófica visita a Paris. Durante ese único paso por la ciudad luz fue expulsado de la respetable emisión Apostrophes (a la cual ni los presidentes en curso perdían la oportunidad de asistir) después de haber manoseado en directo a una escritora, vomitado frente a las cámaras, insultado a algunos escritores y forcejeado, navaja en mano, con los encargados de seguridad del foro). En medio de lo grotesco, lo morboso y lo perverso, un extraño y contagioso respeto por la humanidad consigue que pocos lectores, tras haber leído algunas de sus autobiográficas historias, se muestren indiferentes.

martes, febrero 15, 2005

Ciclos

De vez en cuando la vida transcurre en ciclos. El hombre es arrastrado en regresiones hasta volver a ser niño; el niño se transforma en un rápido e indoloro proceso en animal; el animal se convierte nuevamente en hombre. El hombre, dispuesto a derramar hasta la última gota de su sangre en pos de la evolución (o al menos de la supervivencia) de su especie. El niño, abrumado ante su impotencia frente a la mayor parte de lo que sucede a su alrededor, busca protección y afecto. El animal, lleno de arrogancia y ambición, quiere al mundo en sus manos, lo puede tomar sin pedir permiso. El hombre abre la puerta y comparte lo que tiene. El niño observa, tímidamente desde una ventana lejana, un mundo que funciona de forma extraña a su alrededor, que intenta pero no puede entender. El animal sale a provocar, a escoger, a reír sin saber por qué. Si el hombre hace el amor, es una fusión total con la otra persona. El niño apenas se da cuenta si tiene vida sexual. El animal se aparea; se entrena en técnicas para poseer. El hombre ahorra e invierte en la humanidad. El niño aún cree en comprar sueños. El animal devora y se ornamenta mientras espera ansioso alguna gran batalla. Un día el hombre duda, abandona o es abandonado, se va a dormir con una tristeza controlada; se levanta envuelto en frío y temor, un bebé en medio de la selva. Un día el niño se exaspera y rompe todo lo que lo hace sentirse dependiente. Un día el animal entiende que puede guardar las armas y aceptar la mano que le tienden. Está demás decir que tan sólo ese último momento hace que valga la pena haber nacido.

lunes, febrero 14, 2005

D'être seul et de se taire

Ce que vous voyez, ce que vous percevez, ce dont en société vous vous seriez débarrassé en échangeant un regard, un rire, un jugement, vous occupe plus qu'il ne convient, et par le silence s'approfondit, prend de la signification, devient événement, aventure, emotion. De la solitude naît l'originalité, la beauté en ce qu'elle a d'osé et d'étrange, le poème. Et de la solitude aussi, les choses à rebours, désordonnées, absurdes, coupables. Thomas Mann

domingo, febrero 13, 2005

Pienso en el sur

Es una cuestión de indentidad. El sur de lejos se vuelve imágenes de luz, tierra digna, gente llena de esperanza, caras que sonrien espontáneamente. Eso somos en el fondo: gente simple que espera la oportunidad de demostrar todo lo que somos capaces de hacer con nuestras vidas, y por supuesto por nuestro planeta que tanto respetamos desde épocas ancestrales. En cuanto al norte, no sabemos con certeza si es más fuente de soluciones que de problemas para el resto de la humanidad. Un buen día la oportunidad está ahí; se cierran las maletas, y se vuelven a abrir para instalarnos en alguna gran ciudad de algún país rico. Nunca es claro si en el momento de abrir la ventana por primera vez, descubrir la majestuosa vista, y decir casi susurrando 'lo logré', nos referimos a la distancia que conseguimos con respecto a una sociedad disfuncional, que en ese mismo instante guardamos en algún rincón no muy ruidoso de nuestros recuerdos, o porque sabemos que algún día regresaremos llenos de ideas, inspiración y visiones listas para ponerse en práctica. Contribuir a los esfuerzos que ya se hacen para darle una nueva cara a nuestra máquina de crear trabajos poco productivos, universitarios desempleados, adolescentes adictos y con nociones poco claras de la legalidad (que probablemente no se adquirirán en el futuro), mujeres reprimidas, ancianos olvidados, gobiernos descaradamente corruptos, y una tal apatía e inconciencia política que vuelven a la democracia un tema de estudio, o de debate estéril, en lugar de una realidad social. ¿Qué nos ha impedido hasta ahora reaccionar? ¿Es posible olvidar que más de la mitad de la gente del sur sobrevive su miseria aliméntandaose del sueño que sus hijos cuenten con las oportunidades que ellos nunca tuvieron? ¿Podemos sentirnos íntegros con nuestros pequeños éxitos personales sin que nuestra visión de un mundo diferente se vuelva el más importante de nuestros objetivos? ¿Qué valemos como especie si cada individuo está únicamente preocupado por su propio bienestar y aquel de sus más próximos? ¿Es normal que cada persona que se dice interesada en contribuir de alguna manera espere que le digan cómo, cuándo y dónde? Es tan fácil soñar con el sur, corrioso y vulnerable, inocente corrupción, jovial en su abandono, desde lejos. Apenas empezamos a hablar de él y por aquí nos quieren tomar por una especie de Guevaras resucitados. El Che nunca puso un pie en el norte, y sobre todo pasó la vida a hacer más de lo que hablaba. Necesitamos todos una buena sacudida.