vida conyugal
Tengo una nueva dirección. El departamento está a unos pasos de la torre de montparnasse en la rive gauche (parte sur de París). Desde un quinto piso (sin elevador) las ventanas del salón y del cuarto de dormir permiten ver decenas de ventanas similares, algunas lejos, otras a unos cuantos metros, donde parejas o familias o gente sola dejan sus cortinas o persianas abiertas en los días calurosos y se les puede ver en sus reuniones con amigos, o viendo la tele, cocinando o simplemente leyendo. Desde mi llegada el número de plantas incrementa poco a poco; estoy decidido en convertir el lugar en una jungla de colores. Claire, que es algo así como mi mujer, porque en la realidad veo poca o ninguna diferencia con lo que sería nuestra relación si hubiese una boda de por medio, es una excelente cocinera y tiene un muy buen gusto para decorar (de algo le tenían que servir todos esos años estudiando en la escuela del Louvre). Somos adictos al cine, a conocer piscinas, a escalar, a patinar, a descubrir algún restaurant no muy caro, a caminar, a cantar en español, a platicar en las madrugadas y a hacer planes para no respetarlos.
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