Retratos solitarios



Ahora me veo en medio de una de esas celadas donde no queda mas que sacrificar piezas clave para que todo pueda continuar. Mientras tanto, descubrí una librería de clásicos usados a unos pasos de mi nuevo departamento. Un día antes había estado en el Sotano, la Gandhi y el FCE buscando una edición bonita del viaje al fin de la noche de Céline. Lo único que encontré era muy caro y con pasta chafa. En la librería frente a mi casa encontré toda una sección de clásicos franceses, y algo me dijo que en la segunda hilera estaba lo que buscaba y así fue.
Una edición especial privada del viaje a muy buen precio con pasta en piel y buen papel. De esos momentos en que es difícil no pensar que los dioses te están haciendo un regalo para que te alivianes. De la emoción compré muchos libros más, de esos que sabes pasarán meses antes de que puedas abrir, pero que es un placer tenerlos a la mano. Tengo una camioneta de lujo estacionada bajo mi ventana y no dejo de tomar taxis. Suena absurdo y seguramente lo es. Mi padre dice que es mi inversión. Yo pienso que el haberla comprado para tenerla ahí es finalmente un acto simbólico de integración social. Bueno, me ha servido para llenarla de plantas o de muebles que poco a poco llenan las más de cinco piezas que tiene mi solitario departamento. Creo que nadie me ha visitado por más de una hora en el mes que llevo aquí. No sé bien si no lo quiero compartir o simplemente no está listo para recibir gente. Sin embargo, por primera vez en mi vida, estoy en un lugar donde me gustaría pasar muchos años. Creo que me he mudado como 10 veces en los últimos 8 años. No podría acordarme del nombre de cada calle en que he vivido... no sé si eso es triste o no tanto.